Querido Nicolás,
No hay día que no agradezca por ser tu mamá. Soy una convencida de que la maternidad es una gran oportunidad para convertirse en un mejor ser humano, en uno más empático, más amable, más tolerante y, a la vez, más dispuesto a defender lo suyo.
No hay día que no agradezca por tu vida. Incluso en esos días en los que parece que no tienes ganas de compartir conmigo. En aquellos momentos en que prefieres ir a tu habitación, cerrar la puerta y tocar la flauta. Entiendo que necesitas tu propio espacio y lo respeto.
No hay día que no agradezca por tu sonrisa y carcajadas, música para mis oidos. No sabes cómo iluminan mis días grises. Sí, los adultos también tenemos momentos complicados… y allí estás tú, siempre con una palabra amable, con un abrazo que reconforta y reinicia.
No hay día que no agradezca por nuestros juegos. Porque reflejan el bello lazo que tuvimos desde que eras pequeño. No ha habido mejor inversión en mi vida que el tiempo compartido contigo. El vínculo que tenemos es único y durará aún cuando yo ya no esté.
No hay día que no agradezca por las tormentas que nos ha tocado enfrentar juntos. A mi me han hecho más fuerte, a ti te han ayudado a forjar carácter y juntos nos hemos convertido en un sólido equipo.
Te amo y me encanta ser parte de tu equipo.
Tu mamá